Mientras todavía se debate la edad de la jubilación femenina entre 60 y 65, muchas mujeres que ya pasaron los 70 años, siguen activas en el mercado laboral. Siete “veteranas trabajadoras” dan su testimonio en esta nota.
Todas coinciden en que la actividad las hace sentir mejor y que no podrían estar en su casa
“sin hacer nada”. Ellas tienen la receta de la eterna juventud.
"TRABAJAR ME REJUVENECE"
Lilian Lagomarsino (90), dueña de “Las Tortas de Mamía”
“Fue la cocinera de mi casa quien me enseñó a hacer mi primera torta. En ese momento, yo apenas tenía 8 años y ya me encantaba estar entre ollas y cucharones”, asegura, entre risas, Lilian Lagomarsino de Guardo que acaba de cumplir 90 años. Y aquella primera lección dio sus frutos: hoy Lilian es dueña de Las tortas de Mamía, su local en Belgrano. “Trabajar me rejuvenece y también me divierte. Vengo todos los días al local y, si bien no hago tantas cosas como otros años, no me dejo estar. Hasta el año pasado era la primera en llegar, abría el negocio a las seis de la mañana y me ocupaba de todo. Fueron mis hijas las que me pidieron que aflojara un poco, porque sentían que la gente pensaba que me estaban explotando (cuenta mientras ofrece una gran sonrisa). Este año perdí un poco la vista, pero no dejo de venir y cada tanto me doy el gusto de amasar mi especialidad: Los años locos, una receta que inventamos acá y dio muy buen resultado. Hasta el día de hoy es la torta que más se vende”, asegura, con orgullo, Lilian quien recién a los 65 años abrió su local. “Toda mi vida fui muy inquieta y no dudé en comenzar a trabajar cuando la economía de mi casa se puso difícil. En aquel momento, comencé a dar clases de cocina en mi propia casa. Había que sobrevivir y por suerte nunca me faltó ingenio”. Las hijas de Lilian destacan en ella su capacidad para ver los negocios y también su fortaleza.
Lilian perdió un hijo de 50 años, pero siguió adelante y nunca se permitió derrumbarse porque sabía que tenía que dar el ejemplo. “Pasé cosas muy feas en mi vida pero siempre las enfrenté. No soy de las que se esconden o deprimen. Además, debo reconocer que tuve un marido maravilloso –con quien festejé las bodas de oro– y una familia inmensa. Tengo 12 nietos y 20 bisnietos. Todos fanáticos de mis tortas, por supuesto”, cierra con humor y orgullo la empresaria repostera.
"VIVO DE VERDAD, NO PASO POR LA VIDA"
Matilde Muchnik (75), encargada Dash, negocio de deco
“Soy una luchadora. Toda mi vida trabajé y la peleé. Siempre estuve en actividad, tanto por necesidad como por gusto”, dispara con seguridad Matilde Muchnik, con sus recién estrenados 75 años y desde la casa de decoración Dash de su hijo donde, si bien no debe cumplir horarios fijos, sí tiene grandes obligaciones: “Cuando asumo una responsabilidad la cumplo; por eso todos los días llego a las 10 y me quedo hasta las 6 de la tarde. Durante ese tiempo hago trámites bancarios y diligencias porque, como dice mi hijo, soy diligente y controlo que no falte ninguna mercadería”, asegura esta mujer que nació en Pergamino y vivió allí hasta los 9 años. Luego toda su familia se trasladó a Buenos Aires y con 18 años se convirtió en la primera mujer visitadora médica de la ciudad.
“Ya desde chica me gustaba hacer muchas cosas. Estudié kinesiología, atendí a mi familia y también encontré tiempo para hacer un taller de literatura. Hace trece años enviudé y, aunque es algo muy triste, jamás dejé mis actividades. Eso es lo que más me enorgullece de mi personalidad: la fuerza que tengo para atravesar por los malos momentos. Hoy me siento muy gratificada por todo lo que hice, fundamentalmente por mis 2 hijos y mis 5 nietos que demuestran cada día que ellos también son luchadores”, se entusiasma Matilde y también se anima a aconsejar a otras mujeres de su edad. “Me gustaría poder decirles a todas que se den tiempo para hacer lo que les gusta, que se organicen y le hagan frente a la vida siempre. Lo más importante de todo es mirar hacia adelante. Para mí trabajar no es un sacrificio, al contrario, me ayuda anímicamente y me hace sentir que estoy viviendo la vida de verdad y no solamente pasando por ella.”
"A LOS 75 AÑOS ME SIENTO AGIL Y JOVEN"
Eloísa Fernández (75), publicista
Está tostada y tiene una sonrisa radiante instalada en su rostro, que parece no querer irse más. A simple vista, se percibe que es una mujer feliz. “Tengo 75 años, pero no me pesan. Me siento ágil y joven”, dice Eloísa Fernández, asesora de medios en una agencia de publicidad. Es viuda, tiene 1 hijo y hace 56 años que trabaja en el área. Cuando se jubiló, varias propuestas de trabajo estaban esperándola. Desechó las que implicaban más horas y se decidió por ésta: “Los dueños de la agencia son amigos. Y puedo manejar mis horarios”, cuenta.
Eloísa tiene sobrados motivos para su felicidad. Uno de ellos es su momento actual: “Tengo la semana repleta de actividades. Tomo clases de gimnasia, me hago masajes y practico teatro. También me encuentro con mis amigas y vamos al cine. No me pierdo un solo estreno. Eso, sumado a mi activididad en el trabajo, me hace sentir que todavía tengo la cabeza bien fresca”, explica risueña. La otra razón a la que le debe su actual bienestar es su pasado, sus recuerdos. “Estoy muy agradecida a esta vida. He tenido problemas, como todo el mundo, pero siempre los supe resolver y salí adelante. La clave es ser feliz con uno mismo y disfrutar lo que se tiene. Si volviera a vivir, haría exactamente lo mismo que hice. No cambiaría nada”. Aunque sus comienzos no fueron nada fáciles: hace 50 años, abrirse camino en el masculino mundo de los medios de comunicación no fue tarea fácil para una mujer. Pero la tenacidad y capacidad de Eloísa rindieron sus frutos. Se hizo conocida en el mundo de la publicidad y requerida hasta hoy. Y cuando se le pregunta hasta cuándo seguirá trabajando, no duda en responder: “Voy a trabajar hasta que tenga ganas. No lo hago por necesidad, sino por placer”.
"SOY UNA MUJER ORQUESTA"
Irene Sanés (81), encargada de la peluquería Pino Leo Lina
Se levanta a las 7 de la mañana, llega a su trabajo a las 8:15 y es quien abre la puerta de la peluquería. Allí no para un minuto hasta que se retira, a las 21:30. Sin embargo, su día no termina ahí. En cuanto pone un pie en su casa, se dedica a su marido, hace la comida y también es el momento para ordenar su hogar. Hasta aquí se diría que es el reflejo de la vida de cualquier mujer argentina de hoy, sólo que esta señora tiene… ¡¡¡ 81 años!!!
Irene Pietranera de Sanés nació el 22 de julio de 1919. “No puedo estar en mi casa sin hacer nada. Trabajo desde los 20 años. Primero vendí publicidad, luego abrí mi propio negocio y ahora soy la encargada de la peluquería de Pino Leo Lina. Estoy aquí desde hace 19 años y los dueños me tienen una confianza ciega. Manejo al personal (40 personas) y también me encargo de la caja. Al final de cada día, me siento a sacar cuentas para luego rendirle todo a mis jefes”.
Irene habla sin parar, mientras sus ojos no dejan nada librado al azar en el local. Recoge cosas que están tiradas por el piso, imparte órdenes al personal y atiende llamados telefónicos. Los fines de semana son para su familia, asegura esta mujer que despierta la admiración de todos los que la conocen. “¡Soy la mujer orquesta! Los domingos cocino para mis 4 hijos y mis 10 nietos que, a veces, traen a sus novios/as. Es uno de los momentos que más disfruto, al igual que los viajes. Hace dos años que no tomo vacaciones; la última vez me fui a Europa sola. Mi marido (que hoy tiene 88 años) me dijo que él se quedaba y yo le contesté ‘No hay problema, me voy sola’. Y lo pasé bárbaro. Ahora estoy con ganas de ir a la playa”, sostiene orgullosa, mientras no deja de agradecerle a la vida por su salud a prueba de todo, que le permite no descuidar sus obligaciones. “Esta peluquería es mi vida y no me pienso jubilar nunca. ¿Cuál es el secreto? Tal vez un matrimonio feliz, buena salud y capacidad de cambio. No soy una mujer chapada a la antigua. Me encanta estar con mis nietos, somos muy compinches. La verdad es que soy feliz. Ese es todo el secreto.”
"NO PODRIA ESTAR EN CASA TODO EL DIA"
Eva Sebestyen (72), dueña de un instituto de belleza
Desde hace 35 años Eva Sebestyen cuida personalmente todos los detalles de su instituto de belleza que lleva su nombre. Los 72 que ya cumplió le permiten hacer muchas cosas, menos una: delegar. Eva se niega a retirarse: “Vengo a la oficina todas las tardes, atiendo las consultas y también aplico algunos tratamientos. Es que no podría estar en mi casa todo el día”, asegura con energía esta mujer que nació en Hungría, vivió en París –donde comenzó sus estudios en cosmetología– y en 1956 se radicó en la Argentina.
“Soy muy inquieta, viajo al exterior dos veces por año y aprovecho ese momento para actualizarme y ponerme al día”. En sus comienzos en Buenos Aires, cuidó la belleza de mujeres de la alta sociedad como Amalita Fortabat y también de estrellas como Zully Moreno.
“Me encanta todo lo que tiene que ver con la estética. Ya de chica guardaba todas las muestras de maquillaje que encontraba para pintar a mis muñecas”, cuenta Eva, mientras le aplica a una clienta una máscara antiarrugas y continúa. “Para mí es muy importante verse bien; por eso siempre me cuidé. Hasta el día de hoy practico eutonía (una gimnasia pasiva en la que se trabaja la elongación) dos veces por semana y también me doy sesiones de masajes que me revitalizan. En esta actividad es fundamental estar atentos a los cambios que se dan en la sociedad. Hoy la mujer tiene menos dinero y, sin embargo, trabaja más. Ante esta situación, hay que adaptarse. Fue así que se me ocurrió crear un curso corto para enseñar a mis clientas a limpiar, hidratar y nutrir su piel en pocos minutos”. Y hoy las actividades de Eva no se limitan sólo al trabajo: es socia de un club de mujeres internacionales, no se pierde ningún concierto de música clásica y también viaja seguido a Chile para visitar a un primo de ella. Para esta mujer la palabra jubilación no existe en ninguno de los cinco idiomas que domina a la perfección (inglés, alemán, francés, húngaro y castellano). “El secreto de la juventud eterna es vivir plenamente cada día, sacarle lo mejor a cada instante y estar convencida de que la mejor época es hoy porque estoy viva y sana.”
"MI SALUD ME PERMITE SEGUIR EN CARRERA"
Josefina Castro (76), publicista
Hasta hace 20 años, Josefina Castro (76) había cumplido con los mandatos sociales. Muy joven, trabajó en el Consejo de Minoridad hasta que dio el sí en el altar y dejó todo para dedicarse a su familia. Hizo lo que se suponía que debía hacer. Sin embargo, también tuvo el valor necesario para romper aquellos mandatos y actuar según dictaba su corazón. “La relación empeoró y nos separamos. Entonces, me puse a buscar un trabajo. Y tuve suerte, conseguí que me tomaran en una agencia de publicidad cerca de mi casa”, recuerda.
Pasaron 22 años desde aquel día en que comenzó a recorrer los colegios ingleses de San Isidro, Belgrano y Martínez, vendiendo espacios de publicidad en The Buenos Aires Herald. “Me fue bien y en poco tiempo pasé a una agencia más grande, donde estoy hasta hoy: Arret.” La rutina diaria de Josefina comienza a las 9 de la mañana con un buen desayuno. Luego pone en orden su casa y hace las llamadas necesarias para concertar entrevistas con sus clientes. Por las tardes, continúa sus tareas en la agencia y visita clientes. Cuando regresa, a las 19, su teléfono comienza a sonar: “Mis amigas saben que a esa hora me encuentran. Me llaman y conversamos. Después ceno o salgo a divertirme”. Y si bien Josefina cuenta que trabaja por necesidad económica –cuando empezó ya era mayor para aportar en una jubilación por lo que jamás podrá disfrutar de una– reconoce que disfruta de este trabajo. “Es cierto, no tengo otra opción más que trabajar. Todos los meses hay cuentas que pagar y la cobertura médica me cuesta $ 240. Si pudiera elegir, tal vez, preferiría tener más tiempo para ir a conciertos (soy una enamorada de la música), museos o espectáculos. Pero mi vida es así. Por suerte, el trabajo me encanta y tengo una buena salud que me permite seguir en carrera”.
"SOY ACTIVA Y MUY EXIGENTE "
Irma Scott (83), parquizadora
Sentada en el jardín de invierno de su casa de Beccar, los ojos verdes de Irma Scott miran las plantas que llenan el lugar y no resiste la tentación: acomoda una rama torcida y arranca un brote de yuyo que amenaza romper la perfección del paisaje. La vocación de esta alemana de 83 años –que llegó a Buenos Aires en 1940, casada con un inglés– es más fuerte que todo. Se agacha –incansable– para controlar todos los detalles, mientras cuenta sus comienzos como parquizadora: “Como me gustaba mucho la jardinería, hice mi propio jardín. Un día una amiga me pidió que la ayudara con el suyo a cambio de dinero. Yo no quería aceptar, pero insistió tanto que lo hice. Y me recomendó a otra amiga, y así mi fama fue creciendo. Me puse a estudiar y aprendí todo acerca de las plantas. De esta manera comencé a trabajar en este rubro y no paré más”. Dice, mientras recuerda que diseñó más de 500 jardines en sus 30 años de trabajo, a los que visita periódicamente para controlar que sigan en buen estado. Y aclara: “Sigo trabajando. Como no puedo plantar yo misma, estoy al lado de mis ayudantes indicándoles qué deben hacer. Soy muy severa, es la única forma de hacer las cosas bien. Y aconsejo a mis amigas: les digo que hagan algo, cualquier cosa que les guste. No conviene sentarse a esperar la muerte, ésta viene sola… por eso siempre hay que hacer algo”.
CLAVES PARA ENVEJECER MEJOR
Por Rosa Mary Lerner*
Hay que tener en cuenta uno envejece desde que nace. Y a medida que pasan los años son más las pérdidas físicas que las ganancias. Sin embargo, hay claves para lograr que el paso del tiempo no se conviertan en la peor pesadilla.
Seguir teniendo proyectos durante toda la vida.
Buscar nuevas aptitudes y explotarlas. De grande se pueden descubrir el teatro, el canto, el dibujo y la danza.
A pesar de todo, no perder el buen humor y tener la capacidad de reírse de uno mismo.
Perder el miedo al qué dirán.
Conservar una red afectiva de contención. Si la familia ya no está, es importante juntarse con otros grupos de pares.
También es fundamental mantener relaciones con personas de otras edades.
Está comprobado que el hacer cosas mejora la salud y disminuye la medicación en los adultos mayores.
Gerontóloga y docente de la UBA.
EN ACCION
Para leer: La edad real (Editorial Atlántida) y Viejos Nuevos-Nuevos Viejos (Editorial Tekné).
Talleres gratuitos de reflexión para adultos mayores y profesionales (en la Universidad Maimónides, Hidalgo 775, Capital. 4982-8181).
Talleres de Historia del Teatro, Literatura, Grafología y Estimulación de la memoria. Por mes, una vez por semana, $ 25 (Universidad Maimónides).
Hidrogimnasia. Dos veces por semana, $ 36 por mes (en la Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233, Cap. Tel.: 4952-2596).
Textos: Silvina Ocampo, Eugenia Guevara y Julia Devotto.
Fotos: Claudia Martínez, Ezequiel Escalante y Axel Indik.
fuente: parati.com.ar
Todas coinciden en que la actividad las hace sentir mejor y que no podrían estar en su casa
“sin hacer nada”. Ellas tienen la receta de la eterna juventud.
"TRABAJAR ME REJUVENECE"
Lilian Lagomarsino (90), dueña de “Las Tortas de Mamía”
“Fue la cocinera de mi casa quien me enseñó a hacer mi primera torta. En ese momento, yo apenas tenía 8 años y ya me encantaba estar entre ollas y cucharones”, asegura, entre risas, Lilian Lagomarsino de Guardo que acaba de cumplir 90 años. Y aquella primera lección dio sus frutos: hoy Lilian es dueña de Las tortas de Mamía, su local en Belgrano. “Trabajar me rejuvenece y también me divierte. Vengo todos los días al local y, si bien no hago tantas cosas como otros años, no me dejo estar. Hasta el año pasado era la primera en llegar, abría el negocio a las seis de la mañana y me ocupaba de todo. Fueron mis hijas las que me pidieron que aflojara un poco, porque sentían que la gente pensaba que me estaban explotando (cuenta mientras ofrece una gran sonrisa). Este año perdí un poco la vista, pero no dejo de venir y cada tanto me doy el gusto de amasar mi especialidad: Los años locos, una receta que inventamos acá y dio muy buen resultado. Hasta el día de hoy es la torta que más se vende”, asegura, con orgullo, Lilian quien recién a los 65 años abrió su local. “Toda mi vida fui muy inquieta y no dudé en comenzar a trabajar cuando la economía de mi casa se puso difícil. En aquel momento, comencé a dar clases de cocina en mi propia casa. Había que sobrevivir y por suerte nunca me faltó ingenio”. Las hijas de Lilian destacan en ella su capacidad para ver los negocios y también su fortaleza.
Lilian perdió un hijo de 50 años, pero siguió adelante y nunca se permitió derrumbarse porque sabía que tenía que dar el ejemplo. “Pasé cosas muy feas en mi vida pero siempre las enfrenté. No soy de las que se esconden o deprimen. Además, debo reconocer que tuve un marido maravilloso –con quien festejé las bodas de oro– y una familia inmensa. Tengo 12 nietos y 20 bisnietos. Todos fanáticos de mis tortas, por supuesto”, cierra con humor y orgullo la empresaria repostera.
"VIVO DE VERDAD, NO PASO POR LA VIDA"
Matilde Muchnik (75), encargada Dash, negocio de deco
“Soy una luchadora. Toda mi vida trabajé y la peleé. Siempre estuve en actividad, tanto por necesidad como por gusto”, dispara con seguridad Matilde Muchnik, con sus recién estrenados 75 años y desde la casa de decoración Dash de su hijo donde, si bien no debe cumplir horarios fijos, sí tiene grandes obligaciones: “Cuando asumo una responsabilidad la cumplo; por eso todos los días llego a las 10 y me quedo hasta las 6 de la tarde. Durante ese tiempo hago trámites bancarios y diligencias porque, como dice mi hijo, soy diligente y controlo que no falte ninguna mercadería”, asegura esta mujer que nació en Pergamino y vivió allí hasta los 9 años. Luego toda su familia se trasladó a Buenos Aires y con 18 años se convirtió en la primera mujer visitadora médica de la ciudad.
“Ya desde chica me gustaba hacer muchas cosas. Estudié kinesiología, atendí a mi familia y también encontré tiempo para hacer un taller de literatura. Hace trece años enviudé y, aunque es algo muy triste, jamás dejé mis actividades. Eso es lo que más me enorgullece de mi personalidad: la fuerza que tengo para atravesar por los malos momentos. Hoy me siento muy gratificada por todo lo que hice, fundamentalmente por mis 2 hijos y mis 5 nietos que demuestran cada día que ellos también son luchadores”, se entusiasma Matilde y también se anima a aconsejar a otras mujeres de su edad. “Me gustaría poder decirles a todas que se den tiempo para hacer lo que les gusta, que se organicen y le hagan frente a la vida siempre. Lo más importante de todo es mirar hacia adelante. Para mí trabajar no es un sacrificio, al contrario, me ayuda anímicamente y me hace sentir que estoy viviendo la vida de verdad y no solamente pasando por ella.”
"A LOS 75 AÑOS ME SIENTO AGIL Y JOVEN"
Eloísa Fernández (75), publicista
Está tostada y tiene una sonrisa radiante instalada en su rostro, que parece no querer irse más. A simple vista, se percibe que es una mujer feliz. “Tengo 75 años, pero no me pesan. Me siento ágil y joven”, dice Eloísa Fernández, asesora de medios en una agencia de publicidad. Es viuda, tiene 1 hijo y hace 56 años que trabaja en el área. Cuando se jubiló, varias propuestas de trabajo estaban esperándola. Desechó las que implicaban más horas y se decidió por ésta: “Los dueños de la agencia son amigos. Y puedo manejar mis horarios”, cuenta.
Eloísa tiene sobrados motivos para su felicidad. Uno de ellos es su momento actual: “Tengo la semana repleta de actividades. Tomo clases de gimnasia, me hago masajes y practico teatro. También me encuentro con mis amigas y vamos al cine. No me pierdo un solo estreno. Eso, sumado a mi activididad en el trabajo, me hace sentir que todavía tengo la cabeza bien fresca”, explica risueña. La otra razón a la que le debe su actual bienestar es su pasado, sus recuerdos. “Estoy muy agradecida a esta vida. He tenido problemas, como todo el mundo, pero siempre los supe resolver y salí adelante. La clave es ser feliz con uno mismo y disfrutar lo que se tiene. Si volviera a vivir, haría exactamente lo mismo que hice. No cambiaría nada”. Aunque sus comienzos no fueron nada fáciles: hace 50 años, abrirse camino en el masculino mundo de los medios de comunicación no fue tarea fácil para una mujer. Pero la tenacidad y capacidad de Eloísa rindieron sus frutos. Se hizo conocida en el mundo de la publicidad y requerida hasta hoy. Y cuando se le pregunta hasta cuándo seguirá trabajando, no duda en responder: “Voy a trabajar hasta que tenga ganas. No lo hago por necesidad, sino por placer”.
"SOY UNA MUJER ORQUESTA"
Irene Sanés (81), encargada de la peluquería Pino Leo Lina
Se levanta a las 7 de la mañana, llega a su trabajo a las 8:15 y es quien abre la puerta de la peluquería. Allí no para un minuto hasta que se retira, a las 21:30. Sin embargo, su día no termina ahí. En cuanto pone un pie en su casa, se dedica a su marido, hace la comida y también es el momento para ordenar su hogar. Hasta aquí se diría que es el reflejo de la vida de cualquier mujer argentina de hoy, sólo que esta señora tiene… ¡¡¡ 81 años!!!
Irene Pietranera de Sanés nació el 22 de julio de 1919. “No puedo estar en mi casa sin hacer nada. Trabajo desde los 20 años. Primero vendí publicidad, luego abrí mi propio negocio y ahora soy la encargada de la peluquería de Pino Leo Lina. Estoy aquí desde hace 19 años y los dueños me tienen una confianza ciega. Manejo al personal (40 personas) y también me encargo de la caja. Al final de cada día, me siento a sacar cuentas para luego rendirle todo a mis jefes”.
Irene habla sin parar, mientras sus ojos no dejan nada librado al azar en el local. Recoge cosas que están tiradas por el piso, imparte órdenes al personal y atiende llamados telefónicos. Los fines de semana son para su familia, asegura esta mujer que despierta la admiración de todos los que la conocen. “¡Soy la mujer orquesta! Los domingos cocino para mis 4 hijos y mis 10 nietos que, a veces, traen a sus novios/as. Es uno de los momentos que más disfruto, al igual que los viajes. Hace dos años que no tomo vacaciones; la última vez me fui a Europa sola. Mi marido (que hoy tiene 88 años) me dijo que él se quedaba y yo le contesté ‘No hay problema, me voy sola’. Y lo pasé bárbaro. Ahora estoy con ganas de ir a la playa”, sostiene orgullosa, mientras no deja de agradecerle a la vida por su salud a prueba de todo, que le permite no descuidar sus obligaciones. “Esta peluquería es mi vida y no me pienso jubilar nunca. ¿Cuál es el secreto? Tal vez un matrimonio feliz, buena salud y capacidad de cambio. No soy una mujer chapada a la antigua. Me encanta estar con mis nietos, somos muy compinches. La verdad es que soy feliz. Ese es todo el secreto.”
"NO PODRIA ESTAR EN CASA TODO EL DIA"
Eva Sebestyen (72), dueña de un instituto de belleza
Desde hace 35 años Eva Sebestyen cuida personalmente todos los detalles de su instituto de belleza que lleva su nombre. Los 72 que ya cumplió le permiten hacer muchas cosas, menos una: delegar. Eva se niega a retirarse: “Vengo a la oficina todas las tardes, atiendo las consultas y también aplico algunos tratamientos. Es que no podría estar en mi casa todo el día”, asegura con energía esta mujer que nació en Hungría, vivió en París –donde comenzó sus estudios en cosmetología– y en 1956 se radicó en la Argentina.
“Soy muy inquieta, viajo al exterior dos veces por año y aprovecho ese momento para actualizarme y ponerme al día”. En sus comienzos en Buenos Aires, cuidó la belleza de mujeres de la alta sociedad como Amalita Fortabat y también de estrellas como Zully Moreno.
“Me encanta todo lo que tiene que ver con la estética. Ya de chica guardaba todas las muestras de maquillaje que encontraba para pintar a mis muñecas”, cuenta Eva, mientras le aplica a una clienta una máscara antiarrugas y continúa. “Para mí es muy importante verse bien; por eso siempre me cuidé. Hasta el día de hoy practico eutonía (una gimnasia pasiva en la que se trabaja la elongación) dos veces por semana y también me doy sesiones de masajes que me revitalizan. En esta actividad es fundamental estar atentos a los cambios que se dan en la sociedad. Hoy la mujer tiene menos dinero y, sin embargo, trabaja más. Ante esta situación, hay que adaptarse. Fue así que se me ocurrió crear un curso corto para enseñar a mis clientas a limpiar, hidratar y nutrir su piel en pocos minutos”. Y hoy las actividades de Eva no se limitan sólo al trabajo: es socia de un club de mujeres internacionales, no se pierde ningún concierto de música clásica y también viaja seguido a Chile para visitar a un primo de ella. Para esta mujer la palabra jubilación no existe en ninguno de los cinco idiomas que domina a la perfección (inglés, alemán, francés, húngaro y castellano). “El secreto de la juventud eterna es vivir plenamente cada día, sacarle lo mejor a cada instante y estar convencida de que la mejor época es hoy porque estoy viva y sana.”
"MI SALUD ME PERMITE SEGUIR EN CARRERA"
Josefina Castro (76), publicista
Hasta hace 20 años, Josefina Castro (76) había cumplido con los mandatos sociales. Muy joven, trabajó en el Consejo de Minoridad hasta que dio el sí en el altar y dejó todo para dedicarse a su familia. Hizo lo que se suponía que debía hacer. Sin embargo, también tuvo el valor necesario para romper aquellos mandatos y actuar según dictaba su corazón. “La relación empeoró y nos separamos. Entonces, me puse a buscar un trabajo. Y tuve suerte, conseguí que me tomaran en una agencia de publicidad cerca de mi casa”, recuerda.
Pasaron 22 años desde aquel día en que comenzó a recorrer los colegios ingleses de San Isidro, Belgrano y Martínez, vendiendo espacios de publicidad en The Buenos Aires Herald. “Me fue bien y en poco tiempo pasé a una agencia más grande, donde estoy hasta hoy: Arret.” La rutina diaria de Josefina comienza a las 9 de la mañana con un buen desayuno. Luego pone en orden su casa y hace las llamadas necesarias para concertar entrevistas con sus clientes. Por las tardes, continúa sus tareas en la agencia y visita clientes. Cuando regresa, a las 19, su teléfono comienza a sonar: “Mis amigas saben que a esa hora me encuentran. Me llaman y conversamos. Después ceno o salgo a divertirme”. Y si bien Josefina cuenta que trabaja por necesidad económica –cuando empezó ya era mayor para aportar en una jubilación por lo que jamás podrá disfrutar de una– reconoce que disfruta de este trabajo. “Es cierto, no tengo otra opción más que trabajar. Todos los meses hay cuentas que pagar y la cobertura médica me cuesta $ 240. Si pudiera elegir, tal vez, preferiría tener más tiempo para ir a conciertos (soy una enamorada de la música), museos o espectáculos. Pero mi vida es así. Por suerte, el trabajo me encanta y tengo una buena salud que me permite seguir en carrera”.
"SOY ACTIVA Y MUY EXIGENTE "
Irma Scott (83), parquizadora
Sentada en el jardín de invierno de su casa de Beccar, los ojos verdes de Irma Scott miran las plantas que llenan el lugar y no resiste la tentación: acomoda una rama torcida y arranca un brote de yuyo que amenaza romper la perfección del paisaje. La vocación de esta alemana de 83 años –que llegó a Buenos Aires en 1940, casada con un inglés– es más fuerte que todo. Se agacha –incansable– para controlar todos los detalles, mientras cuenta sus comienzos como parquizadora: “Como me gustaba mucho la jardinería, hice mi propio jardín. Un día una amiga me pidió que la ayudara con el suyo a cambio de dinero. Yo no quería aceptar, pero insistió tanto que lo hice. Y me recomendó a otra amiga, y así mi fama fue creciendo. Me puse a estudiar y aprendí todo acerca de las plantas. De esta manera comencé a trabajar en este rubro y no paré más”. Dice, mientras recuerda que diseñó más de 500 jardines en sus 30 años de trabajo, a los que visita periódicamente para controlar que sigan en buen estado. Y aclara: “Sigo trabajando. Como no puedo plantar yo misma, estoy al lado de mis ayudantes indicándoles qué deben hacer. Soy muy severa, es la única forma de hacer las cosas bien. Y aconsejo a mis amigas: les digo que hagan algo, cualquier cosa que les guste. No conviene sentarse a esperar la muerte, ésta viene sola… por eso siempre hay que hacer algo”.
CLAVES PARA ENVEJECER MEJOR
Por Rosa Mary Lerner*
Hay que tener en cuenta uno envejece desde que nace. Y a medida que pasan los años son más las pérdidas físicas que las ganancias. Sin embargo, hay claves para lograr que el paso del tiempo no se conviertan en la peor pesadilla.
Seguir teniendo proyectos durante toda la vida.
Buscar nuevas aptitudes y explotarlas. De grande se pueden descubrir el teatro, el canto, el dibujo y la danza.
A pesar de todo, no perder el buen humor y tener la capacidad de reírse de uno mismo.
Perder el miedo al qué dirán.
Conservar una red afectiva de contención. Si la familia ya no está, es importante juntarse con otros grupos de pares.
También es fundamental mantener relaciones con personas de otras edades.
Está comprobado que el hacer cosas mejora la salud y disminuye la medicación en los adultos mayores.
Gerontóloga y docente de la UBA.
EN ACCION
Para leer: La edad real (Editorial Atlántida) y Viejos Nuevos-Nuevos Viejos (Editorial Tekné).
Talleres gratuitos de reflexión para adultos mayores y profesionales (en la Universidad Maimónides, Hidalgo 775, Capital. 4982-8181).
Talleres de Historia del Teatro, Literatura, Grafología y Estimulación de la memoria. Por mes, una vez por semana, $ 25 (Universidad Maimónides).
Hidrogimnasia. Dos veces por semana, $ 36 por mes (en la Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233, Cap. Tel.: 4952-2596).
Textos: Silvina Ocampo, Eugenia Guevara y Julia Devotto.
Fotos: Claudia Martínez, Ezequiel Escalante y Axel Indik.
fuente: parati.com.ar
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